Dejamientos
A todas horas alguien me deja. Un amigo, un hermano, una ilusión, un desconocido, un adicto, un cura, un dios… Antes lo odiaba. Odiaba el timbre de sus voces al pronunciar esas malditas palabras. “Te voy a dejar” y el eco de las mismas una y otra vez dentro de mis entrañas.
Ahora en cambio, aprendí a amarlas, a quererlas, a hacerlas mías…Adoro que me dejes, una y otra vez. Por que una y otra vez vuelves a mí. Vuelves a saciarme, a tomarme, a leerme, lamerme, rumiarme, amarme, besarme, sobarme, comerme, acariciarme, imaginarme, beberme, olerme, sonreírme, escucharme…en definitiva ¡a exprimirme!
¡Cúanto más me dejas más plena me siento! No se puede experimentar la plenitud sin vivir el vacío. Así que ahora te lo ruego, déjame, abandóname, vacíame…Quiero sentir el no sentirte. Quiero sentir la falta de tu ser dentro de mí. Tu silencio en mi oído, tu risa en mi recuerdo, tus labios sobre los míos, tus piernas de gacela entrelazarse con las mías. Quiero sentir lo nunca sentido. Hazme un favor, ¡déjame ya!