Untittle
Hace un par de años, en verano, tuve la oportunidad de follar tanto como quise. Fue mi primer verano libre en mucho tiempo y lo quise aprovechar al máximo. Salía casi todos los días y casi siempre me llevaba a alguien a casa. Pero aún así no era suficiente, tengo que admitir que el sexo me vuelve loco y cuanto más guarro mejor.
Siempre he querido ser guionista y a poder ser actor porno. Tengo un par de amigos, con los que ya he hecho un par de tríos, y me informaron de la existencia de páginas de contacto gay. Me sacaron unas fotos un tanto calientes, siempre desnudo y con la polla morcillona, y las colgué.
Tengo que decir que en general no me funcionó mucho, pero uno de los polvos fue realmente increíble, y casi tan ideal y perfecto como una escena realmente tórrida de una pelí porno. Logré contactar con un camionero. Para empezar nos describimos mutuamente, yo: 1´80, 77 kilos, ojos verdes y pelo castaño y corto. El: ojos azules, pelo rapado, cuerpo fibrado, 1´70, 70 kilos y voz ronca. Todo pintaba bien, pero lo mejor viene ahora. Hablamos y nos pusimos a cien. Yo soy activo y cerdo y el pasivo y cerda.
Me comentó que vendría a Donosti, y hasta que nos viéramos podíamos hablar y calentarnos, para saber lo que nos gustaba y así poder ahorrarnos el trabajo de comentar lo que queríamos hacer. Durante días estuvimos hablando dos o tres veces al día, siempre me decía que quería ser una puta, y que le tratasen como tal. Decía que quería pollazos en la cara, y ser follado en diferentes posturas. Yo además le decía que me correría en su cara y él disfrutaba aún más.
Me dijo que no quería que le hablara, simplemente quería que le insultara mientras lo penetraba y que le diera azotes cuanto más fuertes mejor. Todos los días me tenía que hacer alguna paja en su honor. Después de las conversaciones que tenía con él me iba corriendo a ver alguna peli porno y machacar me la como un puto mono, pensando que le reventaría el culo a un camionero.
Llegó el viernes por la noche, quedamos a eso de las nueve y media en el centro, y fuimos a una pensión de mala muerte, donde él iba a pasar la noche, y yo uno de los mejores momentos de mi vida. Al salir del coche, él ya me notó el bulto en los pantalones (la verdad es que no es muy larga, pero si gorda) y le gustó. Fuimos casi corriendo a la pensión, al subir en el ascensor le di la vuelta y lo puse contra la pared. Empecé a rozar mi paquete contra su culo y le dije que seria mi zorra, él suspiró y dijo que estaba deseando ser la más guarra. Sólo para mí, le di un lengüetazo en el cuello y le acaricié los pezones.
Salimos del ascensor y el pasillo se nos hizo eterno hasta llegar a la habitación. Cuando cerramos la puerta, me empezó a sobar el paquete, que ya estaba a punto de salir. Le puse la mano en el hombro, y le obligue a arrodillarse, me saqué la polla y le dije que me la chupara, como bueno puta que era. Yo le cogía de la cabeza y le metía la polla hasta la garganta, hasta que no podía más sin parar de decir que era una zorra.
Él disfrutaba teniendo la boca llena de polla gorda. Mojaba la polla con mucha saliva, y eso me ponía todavía más. Era realmente caliente ver como caía saliva de su boca, y pasaba la lengua por mis huevos. Me senté en la esquina de la cama, y le daba pollazos en la cara y se la volvía a meter en la boca. Le obligaba a tragarse la polla entera, hasta llegar a los huevos para volver se la a restregar por toda la cara y volver a metérsela en la boca. Le follé la boca durante quince minutos. Y me pidió una corrida. Lo tumbé en la cama y puse mi polla en su cara. Me la machaque como nunca antes, hasta que explotó por su frente y su nariz. Salió una leche muy espesa.
Mi semen huele muy fuerte, y eso lo hizo ponerse a mil. Me pidió que le metiera cuatro dedos por el culo hasta que se corriera y así lo hice. Nos tumbamos en la cama, y él se fumó un cigarro después de lavarse la cara. Esperamos un poco más y me volvió a coger la polla, para volvérsela a comer. Esta vez lo quería follar, lo quería reventar y él me pidió que le reventara como a una zorra. Lo puse de pie contra la pared, y con el culo en pompa. Me puse el condón y lubricante. Jugué un poco con la polla en la entrada de su maravilloso culo, y sin decirle nada, se la metí hasta el fondo.
El camionero estaba atrapado entre mi cuerpo y la pared, y no hacía otra cosa que suspirar y gemir de placer. Yo no paraba de darle azotes, y de follarlo. Le agarré bien de las caderas y me lo follé con ganas, como a una zorra, que era lo que él quería y no paraba de pedir. Algunas veces iba más lento, con penetraciones profundas y con golpes secos, y otras veces rápidas y bestiales. Me saqué la polla y lo tumbé boca abajo en la cama.
Me puse encima y saltaba sobre su cuerpo, no podía meter se la más aunque quisiera. Luego me levanté y lo puse a cuatro patas, escupí en su culo y se la volví a clavar entre azotes. Me la saqué y le llené la cara de leche. Él todavía no se había corrido y estaba caliente como una perra, por eso me pidió que le acompañara al baño. Se tumbó en la bañera y me pidió que le meara. Me dijo que no tenía prisa, que teníamos toda la noche por delante hasta que le meara por toda la cara y todo el cuerpo. En un principio me quedé extrañado, pero la idea me gustó mucho, así que me tranquilicé y me concentré.
Al poco tiempo salió la lluvia dorada tan ansiada. Él levantó la cabeza y se masturbo como un bruto, hasta correrse. La meada le cubrió todo el cuerpo, se restregaba todo lo que yo le eché por todo su cuerpo desnudo. Al ver todo eso me puse tan cachondo que me hizo una mamada y me corrí encima de su cuerpo todavía mojado de mi meada. Fue una de mis mejores experiencias.